La pérdida y deterioro de nuestros sentidos con el paso del tiempo es algo inevitable, y nuestra salud visual no iba a ser menos en este caso. Algo que se hace patente cuando entramos en la Tercera Edad.
Cuando vamos cumpliendo años, la salud visual puede traer más de un problema a las personas mayores. Una serie de dolencias y enfermedades oculares son muy comunes en la Tercera Edad y su incidencia es mayor.
A continuación hacemos un repaso de dichas enfermedades y tratamiento, para mejorar la calidad de vida de quienes lo padecen.
Enfermedades como glaucoma, degeneración macular asociada a la edad, y retinopatía diabética son tres ejemplos de dolencias comunes en ancianos. Por eso conviene conocer en qué consisten estas enfermedades y cómo se tratan.
Glaucoma
En la mayoría de los casos diagnosticados, existen antecedentes familiares. Por lo tanto, es importante hacer revisiones oculares de manera periódica a partir de los 40 años. El problema principal es la ausencia de síntomas hasta que la enfermedad se encuentra en un estado muy avanzado.
Cuando el glaucoma se detecta, sólo se puede frenar su avance, ya que lo perdido no se puede recuperar. Se asocia a elevación de la presión del líquido intraocular, y provoca una pérdida del campo visual, hacia el centro.
Degeneración macular asociada a la edad
La degeneración macular asociada a la edad, produce una «mancha» en el campo visual central, lo que impide o dificulta leer o conducir, por ejemplo, afectando a la retina central.
Hay un tipo de degeneración «seca», cuya evolución es lenta, con menor gravedad, aunque actualmente no existe un tratamiento. Y la degeneración «húmeda», que es más grave, evoluciona más rápidamente, aunque en esta ocasión, existe tratamiento mediante fármacos.
Retinopatía diabética
La diabetes es una enfermedad cada vez más común, y su incidencia ya no sólo afecta a las personas mayores, que aumenta con la edad, sino en el caso del organismo, puede afectar a varios sentidos, como el de la vista.
En el caso de la retinopatía diabética, su gravedad es tal, que puede producir ceguera en quien la padece. En este caso afecta a la circulación de los vasos capilares de la retina, producir trombosis o pérdidas de líquido. Éste líquido se acumula en la retina y la encharca, dando lugar a un edema macular diabético.
En esta ocasión, para las personas diabéticas, las revisiones periódicas son muy importantes aunque no se presenten síntomas, ya que el daño puede aparecer, sin presentar síntomas en una fase inicial.
Lo más importante es el diagnóstico precoz, que puede evitar la progresión hacia la ceguera.
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